Los días 14, 15 y 16 de abril de
2015, en los salones de la parroquia de S. Vicente de Paúl, celebramos las
Jornada de formación de Pastoral de la Salud. Con el lema “Otra mirada es posible desde
el Evangelio”, ahondamos en la espiritualidad cristiana siguiendo la carta del
Papa Francisco “La alegría del Evangelio” y el “itinerario espiritual”, de Sta.
Teresa. En esta reflexión nos
acompañaron Felipe Bermúdez, Segundo Díaz y Toña Monzón.
Es fundamental, para cualquier
cristiano, “volver a Jesús”. Es una
necesidad vital el encuentro personal con Jesús, para no estar simplemente
“haciendo número”. Junto a este encuentro personal, la necesidad de crear
comunidades dentro de las parroquias, pequeños grupos de vida que caminen
juntos, escuchen la Palabra ,
compartan la vida y la celebren, crezcan como personas adultas y en la fe. Con
un horizonte: salir a la vida como lo hizo Jesús, desde otra visión de las
cosas y las personas, con otros valores, los del Evangelio, e implicarnos en la
vida y en el mundo que nos ha tocado vivir. La realidad de nuestro mundo es
compleja y no valen soluciones simples. Vivimos en un mundo donde se dan situaciones
de mucha dureza, de intenso dolor; un mundo donde el ritmo está marcado por los
poderosos, fundamentalmente los sistemas financieros, que generan una gran
injusticia y desigualdad. Van dejando fuera de su órbita a un gran número de
personas que va despojando y arrimando en el camino; son rostros concretos, tienen nombre y apellidos,
son hermanos. Los cristianos debemos movernos desde otras coordenadas: las de
Jesús. El hizo opción preferencial por los marginados y sacados del sistema
imperante en su tiempo.
Para este encuentro personal con
Jesús, necesitamos del silencio, aprender
a estar en el silencio y morar en él, para escuchar, conocernos, discernir,
tomar contacto con lo profundo, con lo que realmente somos, para experimentar
que “soy amado profunda e incondicionalmente por El”, para aprender a amar como
El… Y tal como Jesús hizo en su vida, ir
estableciendo esa dinámica continua entre interioridad y alteridad, que no son
realidades paralelas ni opuestas: encuentro con Dios, encuentro conmigo en
Dios, salida a los demás desde Dios, transformando la realidad que nos circunda
desde El. Sólo siendo transformados primero nosotros, podremos transformar
algo, si no, estaremos simplemente entretenidos, engrosando una fila de
dormidos que creen que están en un sitio en el que no están y que son algo que
no son.
¡Despertar! hay que despertar,
aprender a vivir despertando cada día, atentos, como lo estuvo Teresa de Ávila. El momento de ese despertar no tiene edad, ni
condición social ni de género, es un Don pero es también nuestra principal
tarea en la vida. Despertar para llegar a saber quiénes somos y desde ahí vivir
de “otra manera”. En ese recorrido
vital, Teresa nos advierte de las trampas y enredos en los que nos podemos
meter y de hecho caemos. A modo de
estancias, como las de un castillo, nos fue mostrando las etapas por las que
atraviesan la psique y el espíritu humanos y cuáles son las luces y las sombras
que cada una de esas etapas contienen.
Compartimos y vivimos en un clima
familiar y distendido y terminamos cada día con una “danza contemplativa”: orar
con el movimiento lento y repetido, con gestos que operan una disposición en
nuestro corazón y nuestro espíritu en la oración, nos permitió recoger lo
escuchado, cerrar nuestra jornada del día con paz y confianza.